La misión de la CRE

Regular, una molestia (socialmente) necesaria

Miriam Grunstein, Investigadora y catedrática del Centro de, Investigación y Docencia Económicas (CIDE).

Hace algunos años oí decir que buen regulador es el que, por hacer bien su trabajo, molesta a todos; trátese de las empresas, los adversarios políticos, el propio aparato gubernamental al que pertenecen y hasta los mismos usuarios de los bienes y servicios cuando sus intereses contravengan los fines más amplios de la regulación.

No debe caber duda de que el oficio del regulador es de los más difíciles, pues no tiene como fin ganarse las simpatías de nadie, a veces ni de los usuarios de los bienes y servicios de cuyos intereses un regulador es garante. Así, a cambio de fomentar la eficiencia y/o la competencia de los mercados, es posible que los reguladores se ganen la animadversión de muchos.

De entre los reguladores en México, a la Comisión le ha tocado ser de los más corajudamente molestos, ello en parte porque su entorno orgánico, jurídico, industrial y económico no podría ser más desafiante. De cara a gigantes públicos y privados, grupos de interés, adversarios políticos, y a pesar de una política energética indecisa en cuanto a la voluntad de regular, la CRE ha logrado hacerse presente por su competencia técnica, su independencia y por su tenacidad en circunstancias adversas.

Que siga molestando a PEMEX (Petróleos Mexicanos) y a la CFE (Comisión Federal de Electricidad): hace 17 años estos organismos eran intocables. Con el advenimiento de la regulación del gas natural, y en un menor grado de la intervención de la CRE en materia de electricidad, la Comisión ha jugado un papel importante en contribuir a que la relación entre los usuarios de los bienes y servicios sea más equilibrada, transparente y acorde con mejores prácticas de la industria.

A ciertos actores políticos: uno de los más grandes retos de la CRE ha sido lograr y mantener las decisiones técnicas en un sector tan politizado como lo es el energético. Mantener criterios basados en una autonomía técnica más que en la conveniencia política, debe irritar a quienes no ven más allá de la coyuntura.

A las empresas reguladas: las empresas son adversas a la regulación que limite su libertad de imponer las condiciones técnicas, económicas y comerciales que afecten su rentabilidad. Es de la naturaleza de las empresas buscar la maximización de ganancias, como lo es la del regulador establecer parámetros de razonabilidad de tales ganancias por tratarse de bienes y servicios de gran impacto social como son el gas y la electricidad.

Hace 17 años, no había en México las nociones más elementales de someter a las empresas del ramo a un régimen de análisis de costos para hacer transparentes los componentes del precio de un bien o la tarifa de un servicio. Hoy día, la CRE cuenta con una trayectoria institucional consolidada en este sentido.

Que moleste a los grupos de interés y a algunos usuarios: es un papel del regulador enderezar los patrones de conducta de los usuarios que se contrapongan con la creación de condiciones de eficiencia y competitividad del sector. Como ciudadanos es importante que nos sumemos a los esfuerzos de los reguladores en transmitir el mensaje de que regular correcta y eficazmente es importante para todos.

La CRE cumple 17 años de molestar y esto es algo digno de festejarse, pues solo mediante la irritación del quehacer regulativo eficaz, tendremos la expectativa de que el sector energético nacional sea de verdad de los mexicanos y para los mismos.