Para poder tener una oficina feliz, motivada y sobre todo productiva, el jefe es de suma importancia. Expertos en psicología laboral afirman que para dirigir un equipo de trabajo correctamente, el líder debe tener muy desarrollada su inteligencia emocional. Esta hace referencia a la capacidad de ser autocrítico, controlar los impulsos y motivar a los colaboradores.
Está comprobado que las personas satisfechas y motivadas trabajan más y mejor. Esto sólo se materializará si el ambiente de trabajo es favorable para todos los que forman parte. El jefe es el único responsable del éxito o fracaso del buen ambiente laboral.
De acuerdo con varias encuestas realizadas por diferentes consultoras de recursos humanos, la mitad de las personas que deciden cambiar voluntariamente de trabajo lo hacen principalmente por “desavenencias con sus superiores”.
Las personas cada vez valoran más el buen clima laboral, así como la oportunidad de crecer dentro de su propia empresa. Por otra parte, existe un cambio de paradigma en los procesos de selección de los futuros líderes empresariales: las condiciones intelectuales ya no son lo principal, cada vez se tiene más en cuenta la actitud sobre la aptitud, lo que actualmente se denomina como inteligencia emocional.
La forma de interactuar con los demás desde los sentimientos y tener una serie de habilidades como el control de impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía o la agilidad mental, son virtudes importantes para contratar a un nuevo líder.
Para ser un buen jefe, uno debe estar bien consigo mismo. Si el estado de ánimo de la persona que manda no es el adecuado, los colaboradores son los que suelen pagar las consecuencias.
Las críticas excesivas, por ejemplo, sólo sirven para generar resentimiento. Si el jefe busca mejorar la eficacia de sus colaboradores, tendrá que reconocer más a menudo el trabajo bien hecho. Si lo hace, no sólo motivará a los empleados, sino que verá que esta conducta se replica con mayor frecuencia.
Más allá de la relación laboral que pueda tener con los colaboradores, el buen jefe es aquél que sabe ganarse el respeto desde la amistad, no desde la autoridad. Interesarse de vez en cuando por la vida personal de sus colaboradores es un buen comienzo.
El buen jefe tendrá que deshacerse de estas actitudes si quiere que su empresa prospere: la falta de empatía, falta de ética profesional y la prepotencia. Además, el buen jefe no sólo debe enfocarse en conocer sus limitaciones, sino las de las personas a su cargo.