Cuando las velas eran la luz de la noche, los apagones, como tales, no existían. Las máquinas se debían a fuerzas motrices ajenas a la energía eléctrica. Por la calles se caminaba al abrigo luminoso de los serenos, y en las factorías, de plano, se trabajaba con la luz del día. Las máquinas se movían con la fuerza del vapor, provista por trozos gordos de leña silvestre, calcinados para avivar la ebullición en las calderas.
Pero el tiempo pasa… y pasó. Todo aquello es recuerdo en la historia de la industrialización. El uso de los recursos provistos por la naturaleza (hoy conocidos como combustibles fósiles) se convirtió en abuso. No se midieron, o no se quisieron medir, las consecuencias que eso traería a la vida del planeta. Tampoco se concibió que eso pudiera amenazar la existencia de la humanidad.
Hoy el reto es revertir el proceso que se ha desencadenado en los últimos 200 años; ésta es la preocupación global. Pero las iniciativas para enfrentarla están a la orden del día: foros, congreso y cumbres mundiales se realizan con el propósito de resolver el problema que generó el hombre en su afán de lograr el desarrollo de la civilización mediante la industrialización de su economía.
En el caso de México, bien valdría comentar las dos décadas de historia de una empresa que nació con el compromiso de promover y fomentar, con acciones prácticas y concretas, una conciencia que contribuya al propósito de abatir los efectos nocivos del desarrollo industrial.
En esa ruta inició su camino el Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica (FIDE), empresa privada sin fines de lucro, cuya misión es promover y fomentar una cultura del ahorro y uso eficiente de la electricidad.
¿Y qué hace el FIDE? Primero, no busca lucrar con el ahorro de energía eléctrica. Su interés fundamental es que el trabajo que realiza se traduzca en un beneficio para los usuarios domésticos, industriales, empresariales, comerciales y de servicios, que al disminuir sus consumos de electricidad serán más competitivos en el mercado y ayudarán a revertir el proceso del calentamiento global, que trae de cabeza al planeta.
Además, brinda atención de calidad a toda aquella persona o empresa que se acerca al Fideicomiso y les ofrece soluciones prácticas, acordes con sus necesidades. Y si no cuentan con el capital suficiente para invertir, le otorga financiamiento a tasas preferenciales.
Es confiable porque cuenta con 21 años de experiencia y es líder del mercado en su ramo: el ahorro de energía eléctrica. Los proyectos que desarrolla el FIDE, para las empresas, hacen posible una disminución en el consumo eléctrico de hasta 60%.
¿Cómo lo hace? Los especialistas del Fideicomiso estudian caso por caso de manera minuciosa. Detectan y focalizan los equipos, luminarias y redes eléctricas susceptibles de ser sustituidas por tecnología que optimice el consumo de energía, de tal manera que disminuya al mínimo posible.
Asimismo, cuenta con un catálogo de servicios que se ajusta a las necesidades de cada usuario y tiene oficinas en las principales ciudades del país, de tal manera que está muy cerca de todos los usuarios de la electricidad.
Es decir, el FIDE es una institución que opera programas federales y cuenta con proyectos orientados a favorecer a la sociedad en su conjunto, tanto a los sectores domésticos, como a las empresas, comercios y prestadores de servicio; y tiene fondos suficientes para otorgar financiamiento a quienes así lo requieran y sean sujetos de adquirirlos.
Agregar Comentario