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Constitución AMIP 1966

Antes del año 1941, las fuerzas armadas de México estaban aglutinadas en el Departamento de Guerra y Marina. En el año que se menciona se crearon y constituyeron las Secretarias de Defensa Nacional y la de Marina.

Por: Ing. Victor Lomeli Delgado

Antes del año 1941, las fuerzas armadas de México estaban aglutinadas en el Departamento de Guerra y Marina. En el año que se menciona se crearon y constituyeron las Secretarias de Defensa Nacional y la de Marina.

A la Secretaría de la Defensa Nacional se le encomendó coordinar y estructural las acciones del Ejercito Mexicano y también de la Fuerza Aérea; es decir, por elemental lógica, se le responsabilizó de las acciones eminentemente militares.

A la Secretaría de Marina y tal vez por el incipiente desarrollo que entonces tenía nuestra flota naval militar y que se denominó “Armada de México”, se le asignaron actividades civiles que no eran de carácter militar; pero tenía que ver con el MAR. Fue así como a esta nueva Secretaría se le responsabilizó también de desarrollar a Marina Mercante, Obras Marítimas, Astilleros, Pesca, Dragado, y Faros e Hidrografía. De cada una de estas actividades se crearon, con el tiempo, dentro de su estructura interna, Direcciones Generales.

Lo anterior significó que los egresados de la Escuela Naval Militar “Antón Lizardo”, los hicieran responsables de actividades civiles ajenas a su formación militar. Fue el precio del intento de modernización de la estructura de la Administración Pública.

Por Decreto Presidencial a los dos principales cuerpos de la Armada, se les otorgó el título de “Ingenieros”. A los responsables de mantenimiento y operación del cuarto de máquinas de los barcos militares, se les designó Ingenieros Mecánicos Navales. A los responsables del cuerpo de cubierta, encargados del manejo y cubierta, encargados del manejo y comandancia del barco, se les designó como Ingenieros Geógrafos. Cabe aclarar que el nivel de estudios de esos dos cuerpos, era en ese entonces de “nivel medio”, ya que no alcanzaban por créditos de estudio el nivel de licenciatura; como el resto de los ingenieros mexicanos que egresaban de las escuelas y universidades que entonces había en el país. Afortunadamente años después, los programas de estudios de la Armada, se superaron al nivel que el caso ameritaba.

El primer intento de los gobiernos post revolucionarios para corregir el desinterés político por las cuestiones marítimo portuarias, ocurrió durante el gobierno de Don Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958), cuando se anunció con gran despliegue político, que México no debería vivir de espaldas al Mar, como lo había hecho no solo en la Etapa Colonial, sino también como País Independiente. Fue así que se presentó con gran publicidad: “LA MARCHA HACIA EL MAR”. Desgraciadamente, en términos generales, fue letra muerta.

Durante el gobierno del Lic. Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), nuestro país seguía estancado en el desarrollo marítimo en general. Ya para ese entonces, muchos profesionistas mexicanos de todas las disciplinas y gracias a las facilidades que el gobierno brindaba y apoyado por gobiernos extranjeros, cursaron estudios de maestría y doctorado de sus respectivas carreras profesionales.

La ingeniería, en particular la civil, no estuvo exenta de tal corriente.

Numerosos ingenieros civiles, egresados de la UNAM, IPN y de otros centros de estudios superiores, salieron del país a especializarse. Al regresar a México y pretender aplicar sus avanzados estudios, no encontraron campo fértil para así hacerlo.

En la Secretaría de Marina, para el caso de los superados ingenieros que regresaban de su maestría o doctorado, no encontraban verdaderas oportunidades para su desempeño; que por la supeditación a la estructura administrativa de la Secretaría de Marina, no se había logrado dar seguridad, estímulos y continuidad adecuadas al personal y programas civiles. A este respecto, basta señalar que existía el nada estimulante “record” de cambios de Director General de Obras Marítimas en lapsos menores a un año, con las consecuentes remociones de Jefes de Departamento y de Oficina, que alteraban sensiblemente la instrumentación de programas.

Por la razón anterior, un grupo de ingenieros que entonces trabajábamos el la Dirección General de Obras Marítimas, de la tantas veces mencionada Secretaría de Marina, decidimos en el año de 1965, promover la creación de una Asociación de Ingenieros, especializados en ingeniería portuaria, con el objeto de atender los asuntos inherentes al gremio.

Pretendíamos hacer algo similar a lo que habían logrado ya varias de las especialidades de la ingeniería civil, como: mecánica de suelos, estructuras, presas, ferrocarriles, etc.; que se habían aglutinado en alguna sociedad de ingenieros especializados en su rama. Al igual que ellos, nuestro objeto primordial era la superación en nuestra especialidad.

Por fortuna, el entonces Presidente del Colegio de Ingenieros Civiles de México (CICM), el Ing. Alberto Barocio Moll, amigo personal con el que coincidí en la construcción del Puerto Piloto de Alvarado, Ver. (1962-1964), donde fui Supervisor de la Obra, nos brindó su apoyo. Le expuse que en la constitución de la Asociación Mexicana de Ingeniería Portuaria, que pretendíamos crear, el Presidente del CICM, el Director de la Facultad de Ingeniería de la UNAM y el Director de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del IPN, estaba previsto que fueran miembros del Consejo Consultivo.

Además, invité al Ing. Jorge Cortés Obregón, profesor titular de la materia de “Puertos y Vías Navegables” de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, a que nos apadrinara y fuera el Primer Presidente de la AMIP; ya que muchos de los que promovíamos la creación de esa Asociación, habíamos sido alumnos suyos. El había sido de los primeros becarios del gobierno francés, que al término de la Segunda Guerra Mundial (1945), obtuvo una beca para especializarse en Francia, precisamente en Obras Marítimas y en Economía de los Transportes.

Hubo reticencia por parte de algunas autoridades para que nosotros lográramos nuestro objetivo y, sin embargo, los problemas fueron superados, tanto por el apoyo que nos brindó el CICM, como también por la decisión, de los que pretendíamos dar ese paso tan importante, para nuestra superación profesional.

Fue así que el 01 de Febrero de 1966, ante Notario Público se constituyó la Asociación Mexicana de Ingeniería Portuaria A.C. Los socios fundadores fueron en número de 25 y destacan por haber sido después Presidentes de AMIP: Jorge Cortés Obregón, José Aguilar Alcérreca, Daniel Cervantes Castro, Héctor López Gutiérrez, Agustín Corichi Flores, Guillermo Macdonel y el que suscribe el presente.

Cabe destacar aquí una de las primeras acciones de AMIP fue la de organizar el Primer Curso de Actualización de Puertos y Vías Navegables, que conjuntamente con el CICM se llevó a cabo del 14 – 26 de abril de l967 (Revista “Ingeniería Civil” No. 140, mayo – junio 1967).

Nos honra decir que después de este Curso, se creó el Centro de Educación Continua de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, con sede en el Palacio de Minería; en donde desde su creación se comenzaron a impartir “Cursos de Actualización” de las diferentes especialidades de la ingeniería, para la superación profesional del gremio.

Han pasado 38 años de esa fecha y, sin embargo, sigue existiendo el gran reto, de que México efectivamente realice una “MARCHA HACIA EL MAR”, ya que considero que de ser efectiva y no ficción, como lo fue a mediados de la década de los 50 del siglo pasado; los mexicanos podemos y debemos encontrar en el desarrollo de nuestros puertos y costas, un futuro más real y justo. El desconcentrar realmente las actividades económicas de nuestro país, no tiene otra alternativa mejor que hacerlo en nuestros amplios litorales.

Por fortuna las actividades técnicas de la AMIP, no se han limitado en la actualidad a como se planteó originalmente. La ingeniería portuaria, marítima y de costas, debe ser un factor decisivo para lograr esa meta. Le toca a la AMIP, jugar un papel trascendente en el futuro de y66México y dependerá en gran medida de los socios de nuestra Asociación que se logren las metas idóneas para las especialidades que tienen nuestros agremiados.

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